Hola mi amor. La segunda vez que
hablé contigo me sucedió algo mágico. Era el 6 de mayo y mis dos equipos
favoritos jugaban las semifinales de la Champions. Pocos días antes tu equipo
había eliminado de la copa a mi segundo equipo. El destino quiso que nos
cruzáramos a la entrada del restaurante y no lo dudé. Te llamé por tu nombre
pero no me oíste y entonces mi mano derecha tocó tu brazo derecho y te paraste.
Te dije: "Hoy nos toca a nosotros eliminarlos". Sonreíste con
la boca y los ojos. Me llamó mucho la atención el brillo de tus ojos, eran
luminosos, radiantes, preciosos. Parecías un hermoso ángel. Cuando nos
separamos me sucedió algo increíble. Notaba un hormigueo, un cosquilleo, una
energía en mi mano, la que había tocado tu chaqueta negra. Era como si me
hubieran hecho un masaje, la sensación me duró casi una hora. Pero lo que
me había impactado fue el brillo de tu mirada. Empecé a buscar en internet y
encontré un libro llamado Brida, precisamente escrito por uno de mis autores
favoritos. Una frase me dejó estupefacta:
Y
somos responsables de reunir nuestro alma nuevamente, al menos una vez en la
vida, con su "Otra Parte" que, con seguridad, se cruzará en nuestro
camino.
¿Y
cómo es posible reconocer esa otra parte?
Por
el brillo en sus ojos.
Es
la tradición del Sol. Así es como, desde el inicio de los tiempos, las personas
reconocían su verdadero Amor.
Tus ojos dicen tanto amor
mío...Nunca he visto unos ojos tan bonitos, tan brillantes, tan mágicos. Eres
mi ángel caído del cielo. TE AMO.
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